domingo, 30 de agosto de 2009

Niños deformes por exposición a insecticidas.

Por Judith Araníbar Díaz
Si los laboratorios insisten en vender sus productos dañinos, ¿por qué no los utilizan en los amplios jardines de sus accionistas?

Esto no casual. ¿Se han percatado los lectores que cuando nacen niños deformes, estos son hijos, en su mayoría, de campesinos cuando no de mineros?

Sucede que quines más están expuestos a los plaguicidas son los campesinos, quienes son en un 99% explotados y expuestos con engaños a estos agentes.

A los plaguicidas hay que llamarlos biocidas (si cabe el término), pues matan a seres vivos, y porque la mayoría matan no sólo a las plagas sino a insectos benéficos, que controlan naturalmente a otras poblaciones o que son polinizadores, y contaminan peces y a otros organismos de los ecosistemas.

Los insecticidas, herbicidas, fungicidas y acaricidas esparcidos en aviones son los más perjudiciales debido a que su dispersión afecta no solo en forma localizada sino por efectos del viento y afectan campos y aguas de lugares vecinos.

La tierra se está contaminando no sólo por las emanaciones de fábricas, combustibles y atomizadores en spray. El uso de plaguicidas hace mucho tiempo que está creando malformaciones en niños de mujeres que durante la gestación se expusieron a tales agentes químicos. Lo curioso es que los laboratorios fabricantes de dichos productos hacen lobbys para boicotear su prohibición.
Los congresistas de diferentes países del mundo, para consuelo de sus homólogos estadounidenses, están coludidos por estas comisiones altamente rentadas. La causa es simple: cada dólar que reciben de coima les sirve para comer opíparamente en casa y alimentar a sus hijos con las frutas más apetitosas, rojísimas manzanas, uvas gigantescas; sus esposas e hijas (y queridas) a dieta, por supuesto (es la moda) comerán el pollo con verduras, lechugas, betarragas, tomates. Ese mismo pavo que con tan buen diente habrá comido, para su desgracia estará contaminado con agentes químicos que le causarán esterilidad, cáncer e hijos con deformidades.

Los manzanos y vides, las lechugas y tomates y demás yerbas fueron rociados con los mismos agentes químicos que aprobaron esos mismos congresistas y ministros de agricultura. Lo escalofriante es que estos agentes se están usando cada vez más en muchísimos más campos de cultivos de más países (de preferencia del tercer mundo, como siempre sucede).

Indignante es, además, que la misma DEA con la venia de gobernantes corruptos usa estos plaguicidas para erradicar cultivos de coca y amapola, pues lo hace en los países del tercer mundo, desgraciadamente con el permiso de gobiernos y congresistas de los mismos países del tercer mundo, cuyos bolsillos y cuentas bancarias están repletas de esos billetitos verdes que vienen del país de Obama. ¿Por qué las grandes cantidades de dólares invertidas en destruir para siempre los cultivos y contaminar las aguas no la usan, por ejemplo, en la siembra de soya, quinua, kiwicha, que son alimentos nutritivos?

¿Por qué? Es que los billetitos verdes que ingresan ilegalmente en sus bolsillos estimulan su codicia pero, lamentablemente, les nublan la razón.

A los plaguicidas hay que llamarlos biocidas (si cabe el término), pues matan a seres vivos, y porque la mayoría matan no sólo a las plagas sino a insectos benéficos, que controlan naturalmente a otras poblaciones o que son polinizadores, y contaminan peces y a otros organismos de los ecosistemas

Los insecticidas, herbicidas, fungicidas y acaricidas esparcidos en aviones son los más perjudiciales debido a que su dispersión afecta no solo en forma localizada sino por efectos del viento y agua afectan al ambiente de lugares vecinos.
Las clases dirigentes tienen contaminada el alma. (CONTINUARÁ).