martes, 6 de septiembre de 2011

EL ROMANCE SECRETO DE LUCIANITA Y LA FOQUITA

Por: MANUEL ARANIBAR LUNA


¡Primicia mundial! ¡Obtuvimos las fotos del romance platónico entre Lucianita y La Foquita!

La encontramos a la entrada del Congreso. Al principio la Lucianita lo negó.

-         ¿Qué, que tuve un romance con la Foquita? Por favor, déjeme pasar, soy una mujer muy ocupada, no estoy para chismes de TV!
-         Un minuto por favor, Lucianita, mira esta foto. ¿Lo vas a negar ahora?

Lucianita vio la foto. Enmudeció  y tragó saliva. Se le inundaron los ojos de lágrimas. La dejamos llorar un rato. Por fin, luego de suspirar repetidas veces, se animó a hablar.

-         Prométeme que no publicarás esto.
-         Mi palabra de honor, Lucianita, ¿acaso crees que somos de Magali?

Entonces nos contó toda la historia. Tomen asiento y lean:

Se conocieron por mera casualidad. La Foquita tenía unos diez años. El equipo Sub -12 del Muni, dirigido por Montalvo, jugaba en la cancha de La Hebraica un partido de entrenamiento contra  un equipo de hijos de pitucos llamado “The Daddy’s Pet FC”.

Ella, por supuesto fue a acompañando a su papá a quien  en aquellos tiempos aun le quedaba un poco de pelusa en la nuca  y un par de pinceles en las patillas. A Lucianita no le gustaba el fútbol, pero el Pelao la llevó a rajatabla porque estaba interesado en hacer negocios con uno de los papás de los chicos. Y no estaba nada mal que, en aras del deporte y los negocios, uno de los chicos se interese en ella. El Pelao vio jugar a la Foquita y se entusiasmó. Se acercó donde Montalvo.


- Dígame profesor, aparte de  escapero, le ve buen futuro al negrito?
- ¿A cuál de ellos se refiere?, porque acá tengo varios gatitos.
- Al que parece una foquita.
- Yo nunca me equivoco. La Foquita no va a tener futuro como bailarín de salsa sino como futbolista. Créame, don Rómulo, que la Foquita no va  parar hasta llegar a Europa.


El Pelao se frotó las manos y la calva (eso le traía suerte). Se acercó donde Lucianita que estaba entusiasmada viendo el partido. En realidad estaba mirando a un rubiecito.

- Hija, ¿quieres tener plata a raudales sin depender de mis millones?
- Si papi.
- ¿Quieres casarte y vivir en Europa con un futbolista famoso?
- Si papi.
- ¿Quieres hacer de tu futuro un faenón?
- Si papi (pero qué pesado se pone este pelao!).
- Bueno, mi querida hija, allí lo tienes.

Julianita volteó y fijó la mirada en el rubiecito que jugando pelota era más malo que comerse los mocos.

- Ya lo ví, papi. Ese es mi jugador.
- Ejem… Este, perdón, hija… ejem.. – dijo el Pelao y le volteó la cara para otro lado-. No es él. El negro es tu futuro…
- Pero, papi, me has dicho que mi futuro está bastante claro!
- Ejem.. no, Julianita… mira a esa foquita que ves ahí,  el que está rompiendo  las cinturas al resto de jugadores.
- ¿Quién? ¿El negrito que tiene medias de diferente color y además están rotas?
- Si, hija linda… estos tiempos no están para despreciar a nadie por el color de la piel.
- Pero si recién ayer me dijiste que me debería casar con el hijo de mi tío Alan.
- Si pero tu tío Alan está molesto conmigo porque…ejem…te lo diré cuando seas más grandecita… así que el gordito hijo de tu tío Papada no te conviene por el momento.
- Papá, pero es negro.
- ¿Y qué? Va a ser millonario. Va a tener una casa con pisicina… no se va meter con vedettes.
- ¡Y tú cómo lo sabes! ¡Todos los futbolistas tienen novias vedettes!
- Yo te lo aseguro porque yo le voy a administrar su plata. Voy a ser su agente…
- Papi, pero en los periódicos dicen que tu eres mala gente…
- No dije gente…dije agente… además eso lo discutiremos cuando seas grande.
- Papi, todo me lo guardas  para cuando yo sea grande. ¿Te refieres a tu plata también?
- Eso lo discutiremos cuando seas grande…
- ¡Papá, pero ese negrito no me gusta!
- Uno se acostumbra a todo, hija.  Te acuerdas que no te gustaba la leche? Ahora ya la tomas.
- Bueno, no siempre…yo se la doy al perro.
- ¿Te acuerdas que no te gustaba la plata? Ahora te gusta ¿no?
- Papi…no lo has dicho completo. Yo te he dicho que no me gusta la poca plata que me das de propina…
- Este…ejem…hija mía…. Por lo menos déjame tomarte una foto con él…
- Papá, pero es negro!
- Bueno… te prometo darte una buena propina, y no vas tomar leche ni sopa si te dejas tomar la foto.
- Bueno, así si.

El Pelao llamó a la Foquita.

- No señor, yo no le robau –se asustó la foca -. Yo etau entrenando con don Montalvo pa ser jubolista.
- No es para eso, Foquita, quiero que te tomes una foto con mi nena.
- No me va meter preso?
- No, Foquita… te voy a dar una buena propina…

Metió la mano al bolsillo y le puso cincuenta céntimos. A la Foca se le iluminó el foco.

- ¡Cincuenta céntimos! ¿A quién hay que matar?

- Ya, júntense, peguen sus caras. Sonrían, ¡digan chis!

Pero Lucianita no quería pegar su rostro al de la Foquita que estaba sudoroso aún.

-         Prométeme que no voy a tomar sopa jamás!
-         Te lo prometo hija.
-         Señor – dijo la Foquita – no me va a quitá la prata?
-         No Foquita, no – dijo el Pelao – eso sí, no te vayas a malgastar tu plata en golosinas.

Y todo salió bien. Julianita corrió a lavarse la cara. Eso sí después de tomar la foto, el Rómulo guardó la cámara en su maletín.

-         Uno nunca sabe, hija - le dijo- En Lima hay mucha competencia. El negrito me la puede arrebatar.

La Foquita envolvió su moneda con un periódico y la metió en su zapato izquierdo, justo el que no tenía hueco. Y se fue corriendo a casa. No se lavó la cara por un mes (en su casa no había agua).

- nuay que confiarse de naides – dijo-. ¿Y si el Pelao se arrepiente y me acusa de haberle arrebatau la prata?

Pero la viuda, perdón, la vida da muchas vueltas. A Montalvo lo sacaron del Muni, y la Foquita no volvió a los entrenamientos porque no tenía plata para su pasaje. No regresó jamás. Y nadie se dignó a buscarlo porque vivía en un barrio de malandrines. Cuando el Pelao preguntó por él le dijeron que de la Foquita no se sabía nada. Decepcionado fue a buscar a Lucianita. La abrazó y le dio un beso.

- Hija mía, te acuerdas del futbolista rubio que tanto te gustaba?
- Si, papi, pero sigo tus consejos. Hoy no hago más que mirar mi foto con el negrito.
- Olvídate de él…acabo de averiguar que el papá del rubiecito tiene negocios petroleros en Panamá.